En 1798 se trasladó con su familia a París, donde se formó artísticamente en los estudios de Vernet y de Pierre Guérin. No obstante, su estilo se debe en buena medida a las copias de obras maestras que realizó en el Louvre y a una estancia en Italia (1816-1817), donde entró en contacto con la obra de Miguel Ángel y con el barroco romano.
La carrera de Géricault como pintor se extiende apenas a lo largo de diez años, pese a lo cual su obra es notable y abundante. En sus primeras realizaciones (La muerte de Hipólito, La captura del caballo salvaje), un planteamiento todavía clásico va acompañado de una materia pictórica rica y pastosa, y de un modelado de las figuras a través de la luz, que son ya rasgos claramente románticos.
La balsa de la Medusa (1819), de Théodore Géricault
De 1820 a 1822, Géricault estuvo en el Reino Unido, donde pintó sobre todo carreras de caballos, en respuesta a su gran afición al mundo de la hípica. Hacia 1822-1823 realizó una excepcional serie de retratos de enfermos mentales, como preparación para una obra que no llegó a ejecutar; son retratos de sorprendente esencialidad y de un realismo crudo, connatural este último a su estilo. Fue amigo de Eugène Delacroix, su principal epígono y continuador artístico.