29 de junio de 2014

El artista ante el espejo - 10 autorretratos

Una mirada a la evolución del autorretrato a través de la obra de 10 grandes pintores

El género del autorretrato nació, como no podía ser de otra manera, en el Renacimiento, cuando la Historia del Arte comenzó a ser la Historia de los Artistas. De una manera explícita o camuflada en medio de una escena, los artistas convierten su propia imagen en modelo para sus pinturas. El aparente narcisismo de esta acción encierra en la mayoría de los casos unos motivos mucho más profundos, y en ocasiones incluso dramáticos, que han convertido los autorretratos en uno de los géneros más ricos y fascinantes de la historia de la pintura.

En este pequeño ensayo pretendemos hacer un breve y subjetivo repaso por 10 de los más originales autorretratos de la historia de la pintura. Quizás no los más célebres, y quizás no los más acertados, pero prometemos un viaje fascinante por el alma de algunos de los autores más importantes de los últimos 500 años, desde Durero hasta Basquiat.


1. ALBERTO DURERO “Autorretrato como Ecce Homo” c.1500 - óleo sobre tabla, Munich, Alte Pinakothek

Además de ser el indiscutible genio de la pintura alemana y uno de los artistas más brillantes de toda la historia del Arte, Alberto Durero es el primer maestro del autorretrato. Así, Durero se retrató en numerosas obras, tanto óleos como dibujos, el primero de ellos cuando apenas contaba con 13 años. Después vendrían obras maestras como el autorretrato del Louvre, en el que Durero se nos presenta como un artista joven, desafiante y orgulloso, imagen acentuada en el famoso autorretrato del Museo del Prado (1498), en el que se combinan el retrato y el paisaje visto a través de una ventana.

El “Autorretrato como Ecce Homo” de Munich es la culminación de la maestría de Durero como retratista. En principio, el hecho de representarse a si mismo como Jesucristo podría interpretarse como un paso más en la tendencia de Durero a autorrepresentarse de manera orgullosa. Pero la imagen escogida por el artista es la del Ecce Homo, el hombre como interpretación del dolor y el sufrimiento. Es, en definitiva, la humanidad como símbolo y esencia del artista.


2. LEONARDO DA VINCI “Autorretrato” c.1512, sanguina, 33.3- 21.3 cm., Turín, Biblioteca Real

No hay artista más legendario que Leonardo da Vinci. Pintor, escultor, arquitecto, científico, investigador, y máximo exponente –junto con Miguel Ángel- del genio renacentista, la figura de Leonardo ha generado multitud de leyendas, mitos, rumores sobre su homosexualidad, sobre su pertenencia o no a infinidad de logias o sectas, las extrañas historias sobre su estancia en el estudio de Verrocchio, o su al parecer extraña relación con varias de sus modelos; que no hacen más que alimentar el mito de un artista único y fascinante, sobre el que se ha investigado más que sobre ningún otro nombre de la historia del Arte, y no siempre con el rigor y la objetividad apropiados.

Hasta donde conocemos, este extraordinario dibujo es el único autorretrato del maestro que ha llegado hasta nuestros días. Si la fecha generalmente aceptada para esta obra es correcta (1512), llama la atención que el genio, que entonces debía contar con apenas 60 años, se representase como un anciano de aspecto tan avejentado. No hay porqué buscar un significado oculto a esto: varios estudiosos piensan que el artista representaba realmente más edad que la que realmente tenía


3. REMBRANDT VAN RIJN “Autorretrato”, 1659 óleo sobre lienzo, 84.5-66 cm , Washington. D.C. Galería Nacional de Arte.

Rembrandt es el gran maestro de la pintura holandesa, y junto con Velázquez el mayor genio de la pintura del siglo XVII. Es, además, el gran maestro del autorretrato de todos los tiempos: Rembrandt se retrató a si mismo en más de medio centenar de óleos y dibujos, legándonos no sólo una muestra excepcional de su inigualable talento como retratista, sino también una verdadera “autobiografía pintada”. El artista se ha retratado joven y anciano, riendo y gritando, sorprendido y con semblante sereno. En esta obra en particular, realizado cuando el artista tenía algo más de 50 años, llama la atención el punto de vista extremadamente cercano y el excelente uso de la luz tan propio de Rembrandt. El observador queda así “enfrentado” al artista, que se nos presenta de forma honesta y sincera, sin ningún tipo de artificio o autocompasión.


4. VINCENT VAN GOGH “Autorretrato con la oreja vendada” enero de 1889 - óleo sobre lienzo, 60-49 cm ., Londres, Courtald Institute Galleries

La historia de van Gogh y su oreja autoseccionada es tan conocida que de ella sólo haremos un breve resumen para olvidadizos: por motivos aparentemente desconocidos –Gauguin, con quien Vincent compartía casa en aquellos tiempos, contó que previamente a su automutilación van Gogh le había amenazado con un cuchillo, pero esto bien podría ser una justificación de su rápida marcha a Paris sin interesarse por el estado del pintor holandés- van Gogh se cortó limpiamente una oreja en su habitación de “la casa amarilla”. Tras esto, acudió a un burdel de Arles, preguntó por una muchacha llamada Rachel, y le entregó su oreja seccionada, pidiéndole que “guardase este objeto con mucho cuidado”.

Este es uno de los dos autorretratos que van Gogh realizó tras seccionarse la oreja (el otro, anteriormente en la colección Leigh B. Block en Chicago, fue comprado posteriormente por la familia Niarchos). La expresión del rostro del artista es, paradójicamente, más serena que en otros muchos autorretratos del artista. Tal vez se trata de un esfuerzo del pintor por encontrar en la pintura su salvación particular, a lo que podría contribuir la presencia de una estampa japonesa en el fondo, una pintura –la japonesa- que van Gogh admiraba por “su estilo tan sencillo como respirar”


5. PABLO PICASSO “Autorretrato”, 1901 óleo sobre lienzo, 81-60 cm ., Paris, Museo Picasso - © Artists Rights Society (ARS), New York/VG Bild-Kunst, Bonn

Picasso llegó a Paris sin haber cumplido todavía los 20 años, y sus comienzos en la Meca del Arte del momento no fueron sencillos. Sólo y sin demasiado dinero, el joven genio vagabundeaba por la capital francesa inmerso en el ambiente bohemio de la noche parisina. Pobres, prostitutas, alcohólicos… Picasso comienza a representar el mundo en el que se veía inmerso con un peculiar estilo de fantasmales figuras alargadas y pálidas, situadas en un melancólico universo de tonos azules. Es el comienzo de lo que vendría a llamar el “Periodo Azul” del artista.

Este autorretrato de ese mismo año no fue el primero que Picasso realizó de si mismo, pero sí es una de las primeras obras del Periodo Azul. La obra fue pintada poco después del suicidio de su amigo Casagemas, cuando aún Picasso era un desconocido abriéndose paso en el inmenso Paris. La calma y serenidad que transfiere la figura del retratado, la austeridad de la obra, junto a su aspecto descuidado y su mostacho de joven bohemio, nos transfiere la imagen de un artista valiente y decidido, dispuesto a encontrar su propio camino pese a todas las dificultades que la vida pueda poner en él.


6. EGON SCHIELE “Autorretrato”, 1911 acuarela y carboncillo, Nueva York, Metropolitan Museum of Art - Imágen cortesía del Metropolitan Museum of Art (www.metmuseum.org)

Pintor malogrado, muerto con tan solo 28 años de edad, Egon Schiele (1890-1918) es quizás el más expresionista de los expresionistas, autor de retratos descarnados en escorzos torturados, cuerpos mutilados según los designios del artista. Su obsesión por el retrato de lo oscuro e incluso obsceno (figuras masculinas masturbándose, desnudos femeninos en posturas poco recatadas) le provocó no pocos problemas, e incluso una breve estancia en la cárcel. Pero también la admiración –no siempre admitida- de sus contemporáneos. Hasta el idolatrado Klimt tuvo que admitir que el jovencísimo Schiele era “mejor dibujante que yo”.

“Mi ser, mi descomposición, trasplantado a valores permanentes, tiene que producir mi fuerza en otros seres más desarrollados (…) Soy tan rico que tengo que regalarme a otros” Ninguna otra figura satisface tanto al artista como la suya propia, disfruta de su autorrepresentación y desea que el mundo lo vea con sus propios ojos. Schiele, el narcisista brutal, llega incluso a prescindir del fondo del cuadro, anulando así cualquier distracción que pudiera competir con su “yo permanente”.


7. MAX BECKMANN “Autorretrato con vaso de champagne” 1919, óleo sobre lienzo, Nueva York, Metropolitan Museum of Art - Imágen cortesía del Metropolitan Museum of Art (www.metmuseum.org) - © Artists Rights Society (ARS), New York/VG Bild-Kunst, Bonn

Beckmann es una de las figures claves de la pintura europea de comienzos del siglo XX. Aunque a menudo es considerado “expresionista”, nunca se sintió identificado con el movimiento, pese a que compartió con varios de sus miembros el “honor” de ser considerado “artista degenerado” por los nazis. Es, por el contrario, una de las máximas figuras de la llamada Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad). Beckmann renegaba de la abstracción naciente, y consideraba que la pintura debía seguir la senda de lo figurativo. Al contrario que muchos miembros de las vanguardias, era estudioso y admirador de maestros anteriores, desde Rembrandt hasta Cezanne. Precisamente la influencia del primero de ellos es visible en sus autorretratos

Aunque el nombre de Beckmann puede no resultar tan conocido para el gran público como el de otros maestros del siglo XX, lo cierto es que es sin duda uno de los grandes maestros del autorretrato de todos los tiempos. El mercado del Arte, al menos, ya lo ha reconocido: uno de sus autorretratos superó los 22 millones de dólares en una subasta de Sotheby's en mayo de 2001


8. FRIDA KAHLO “La columna rota (Autorretrato)”, 1944 óleo sobre lienzo, Museo Dolores Olmedo, Mexico - © Artists Rights Society (ARS), New York/VG Bild-Kunst, Bonn

El 17 de septiembre de 1925, un accidente de autobús estuvo a punto de costarle la vida a una joven mexicana de tan sólo 17 años llamada Frida Kahlo. No murió, pero las secuelas del siniestro dejarían profundas huellas, tanto físicas (32 operaciones, incapacidad para tener hijos, uso de corsé y dolores crónicos) como psicológicas, estas últimas acentuadas por la tormentosa relación con el también pintor Diego Rivera.

“La columna rota” es un desgarrador testimonio del sufrimiento que acompañó a Frida durante toda su vida. La artista se ha representado desnuda de cintura para arriba, con un corsé que envuelve su cuerpo desnudo, en el que una inhumana brecha permite observar como una columna clásica rota en varios fragmentos sustituye a su columna vertebral, claro símbolo de su columna destrozada tras el accidente de autobús. Además. Frida no duda en representar sus facciones “antiestéticas” (cejas extremadamente juntas, vello sobre la boca…) de una manera mucho más notoria que lo que las fotografías de la época. Cuando hablamos de los autorretratos de Rembrandt, notamos que el artista no muestra ni un ápice de autocompasión. Muy diferente es el caso de Frida, cuyos autorretratos parecen lamentos silenciosos.


9. FRANCIS BACON “Autorretrato”, 1971 óleo sobre lienzo, Paris, Centro Pompidou - © Artists Rights Society (ARS), New York/VG Bild-Kunst, Bonn

En una de sus últimas entrevistas, el irlandés Francis Bacon declaró: “nunca he pretendido que mi obra resulte perturbadora ”. Tal vez no, pero lo cierto es que las desgarradoras figuras de Bacon –incluidos sus autorretratos- no pueden dejar indiferente a nadie. Máximo exponente –junto a Lucian Freud- de la llamada “Escuela de Londres”, la pintura de Bacon se revela contra todos los cánones de la pintura anterior, no sólo en lo relacionado con la belleza, sino también contra la abstracción del expresionismo abstracto dominante en la época.

Hay algo “goyesco”, algo del Goya de los “desastres” y las “pinturas negras” en los autorretratos de Bacon, al igual que muchas de sus pinturas más polémicas, como los retratos de Papas o los estudios sobre la figura de su amigo Georges Dyer. Los trazos deformados, brutales de estas pinturas reflejan en parte el pensamiento de Bacon, “ el hombre comprende hoy que es un accidente, que es un ser absolutamente fútil, que tiene que jugar hasta el final sin motivo…”


10. JEAN-MICHELLE BASQUIAT “Autorretrato”, 1982 óleo sobre lienzo, colección particular - © Artists Rights Society (ARS), New York/VG Bild-Kunst, Bonn

Muerto a los 27 años de edad, tras una frenética vida protagonizada por sus feroces graffitis , sus múltiples problemas causados por su adicción a las drogas –que posteriormente causarían su temprana muerte- y su problemática amistad con el también polémico Andy Warhol, Basquiat se convirtió no sólo en uno de los más importantes artistas de la segunda mitad del pasado siglo, sino también en un icono trágico en el mundo del Arte contemporáneo.

Este brutal autorretrato es un claro ejemplo del feroz y rabioso estilo de Basquiat, inspirado en múltiples referencias, tales como artistas contemporáneos como Picasso o Pollock, la música jazz , e incluso quizás el abuso de la heroína. El artista se representa como una figura tosca y bruta que, más que a la imagen de un artista contemporáneo, nos hace pensar en aquellas estatuillas de ídolos del África primitiva.