
En 1990, Suljakov abandonó Rusia para ir a los Estados Unidos después de que a él como a muchos otros artistas les pidieran que vincularan su arte con la política. Luego pasó un año en Nueva York con un grupo de artistas de su Rusia natal, donde trabajó como artista comercial." Cuando se le preguntó sobre qué pensaba de los Estados Unidos, Suljakov declara enfáticamente: "Yo he venido a América cuando era el momento adecuado, cuando tenía la experiencia suficiente para expresar mi arte y el pensamiento sobre lienzo." Para Suljakov, una de las situaciones más frustantes en Rusia era la escasez de pintura. Los óleos eran muy difíciles de conseguir y caros, por lo que tuvo que convertirse en un maestro de la manipulación de los pinceles. Cuando llegó a Estados Unidos se quedó atónito, como la mayoría de los rusos, al ver todos los colores disponibles. Actualmente es un maestro que lleva sus visiones de Europa a todo el mundo. Desde los cafés y los canales, a los estrechos callejones y escaleras, Suljakov pinta las ciudades amadas del mundo en su belleza atemporal. "Si los que ven mi arte son felices, entonces yo soy feliz", dice Vadik con una amplia sonrisa en su rostro.